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24 de marzo de 2014

Argentina y los mundiales (primera parte)

Historia albiceleste

                            Argentina y los mundiales

                                                                 Uruguay 1930

   El debut mundialista de la Selección argentina se dio en la Copa Mundial de 1930, la primera de la historia, y con sede en Uruguay. El conjunto “albiceleste” no precisó clasificarse, como ninguno de los participantes, debido a que la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA por sus siglas en francés) había decretado que todos los países afiliados podían participar. De las 48 asociaciones, sólo 13 se anotaron para el evento y se dividieron en cuatro grupos, de los cuales uno, el A, estaba compuesto por cuatro naciones: Argentina, Chile, Francia y México. El resto de las zonas se conformaron con tres conjuntos en cada una.

     La Selección disputó su primer encuentro el 15 de julio en el Estadio Parque Central contra Francia, que 48 horas antes había derrotado a México por 4 a 1. Varios jugadores galos sintieron las pocas horas de descanso y su estrella, Lucien Laurent, cojeó durante casi todo el partido debido a una fuerte entrada del defensor argentino Luis Monti. El mismo Monti anotó de tiro libre a los 81’, y a seis minutos del final, cuando el delantero francés Marcel Langiller tenía una ocasión manifiesta de gol, el árbitro brasileño Gilberto de Almeida Rego finalizó la contienda por equivocación, acto que provocó la furia del público, mayormente uruguayo, que invadió la cancha para insultar a los jugadores argentinos. Tras reconocer su error el juez les solicitó a los jugadores de ambos planteles que volvieran al campo para completar el tiempo reglamentario, pero no hubo sobresaltos y Argentina ganó 1 a 0.

   El segundo reto fue ante México el 19 de julio en el Estadio Centenario, con una victoria por 6 a 3. Los goles fueron marcados por Gullermo Stábile, que debutó con hat-trick (8’, 17’, 80’), Adolfo Zumelzú (12’, 55’) y Francisco Varallo (53’). Para el conjunto mexicano anotaron Manuel Rosas (42’, 65’) y Roberto Gayón (75’). Lo curioso del encuentro fue que el árbitro boliviano Ulises Saucedo cobró tres penales: el primero para Argentina a los 23 minutos (Oscar Bonfiglio detuvo el disparo de Fernando Paternoster); y el segundo y el tercero para México, a los 42’ (convertido por Manuel Rosas) y a los 65’ (Ángel Bossio controló el remate de Rosas).


  Contra Chile se cerró la fase de grupos el 22 de julio en el Centenario y se definió al semifinalista, ya que “la roja” también había derrotado a los mexicanos y a los franceses. Con dos goles de Stábile (12’, 13’) y uno de Mario Evaristo (51’) los argentinos vencieron por 3 a 1. El gol chileno fue marcado por Guillermo Subiabre a los 15’. Durante el encuentro hubo algunos altercados debido a una dura falta de Monti sobre el mediocampista rival Arturo Torres, pero no fueron lo suficientemente graves para  inquietar al arbitraje del belga Jean Langenus, que dirigiría la semifinal y la final.

   En las semifinales, Argentina se enfrentó a Estados Unidos el 26 de julio en el Centenario, venciéndolo por 6 a 1 con goles de Monti (20’), Alejandro Scopelli (56’), Stábile (69’, 87’) y Carlos Peucelle (80’, 85’). Debía enfrentarse al local en la final, que había derrotado a Yugoslavia por la misma diferencia. 

     Argentina y Uruguay se vieron las caras el 30 de julio en el Centenario, con una asistencia total de 68.346 espectadores. Venían de una candente final en los juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928, con triunfo “charrúa”. Abrió la cuenta a los 12’ el delantero uruguayo Pablo Dorado, pero con goles de Peucelle a los 20’ y Stábile a los 37’ los argentinos se fueron al descanso arriba en el marcador. El segundo tiempo fue atípico, los visitantes bajaron drásticamente su nivel, y los “celestes” faulearon mucho más que en el primer tiempo, gracias a un deficiente desempeño arbitral de Langenus. Incluso Héctor “El Manco” Castro no recibió ninguna sanción tras lesionar al arquero argentino Juan Botasso, por golpearlo con el muñón en una costilla (en ese entonces no había cambios). Los orientales lograron el empate a los 57’ con un tanto de José Cea, 11 minutos después Victoriano Iriarte los puso al frente, y a un minuto del final “El Manco” Castro sentenció el 4 a 2.















Alineaciones de la final:

Argentina:
Juan Botasso, José Della Torre, Fernando Paternoster, Pedro Suárez, Juan Evaristo, Luis Monti, Manuel Ferreira (capitán), Francisco Varallo, Mario Evaristo, Guillermo Stábile, Carlos Peucelle.
  
Uruguay:
Enrique Ballestero, José Nasazzi (capitán), Ernesto Mascheroni, José Andrade, Álvaro Gestido, Lorenzo Fernández, Héctor Scarone, Pedro Cea, Pablo Dorado, Héctor Castro, Santos Iriarte.

Delegación argentina:


Arqueros:
Ángel Bossio (Talleres de Escalada), Juan Botasso (Argentino de Quilmes).

Defensores:
José Della Torre (Racing), Edmundo Piaggio (Lanús), Ramón Muttis (Boca Juniors), Fernando Patternoster (Racing), Juan Evaristo (Sportivo Barracas), Alberto Chividini (Central Norte).

Mediocampistas:
Luis Monti (San Lorenzo), Adolfo Zumelzú (Estudiantil Porteño), Pedro Suárez (Boca Juniors), Rodolfo Orlandini (Estudiantil Porteño).

Delanteros:
Natalio Perinetti (Racing), Carlos Peucelle (Sportivo Buenos Aires), Francisco Varallo (Gimnasia y Esgrima La Plata), Alejandro Scopelli (Estudiantes de la Plata), Manuel Ferreira (Estudiantes de la Plata), Guillermo Stábile (Huracán), Roberto Cherro (Boca Juniors), Atilio Demaría (Estudiantil Porteño), Mario Evaristo (Boca Juniors), Carlos Spadaro (Lanús).

Directores técnicos:
Francisco Olazar, Juan José Tramutola.

Curiosidades:
 - Argentinos y uruguayos estaban acostumbrados a jugar con pelotas distintas, por lo que el árbitro decidió que se jugara con una en el primer tiempo y con otra en el segundo (2 – 1 pelota argentina; 0 – 3 pelota uruguaya).
- El primer hat-trick de la historia fue convertido por Guillermo Stábile en su debut frente a México.
- El Goleador del torneo fue Guillermo Stábile con ocho tantos.
- Monti, Ferreira y Stábile formaron parte del Once Ideal del Mundial.
- El primer gol de penal de la historia se lo convirtió México a la Argentina.

- Argentina fue la selección que más partidos jugó (cinco).

                                        
                                 Respuesta argentina tras la derrota

   Varios jugadores argentinos expresaron su fastidio con el público uruguayo tras perder la final. Existió una “guerra psicológica” fuera de las canchas, y física pero extra futbolística dentro, y quisieron dejar en claro que no fueron “para atrás”.

   Luis Monti declaró en los medios que le mandaron anónimos amenazando a él y a su familia, y le dedicaron serenatas que no lo dejaron dormir en la noche anterior al encuentro, que vivió un clima “horrible”. También comentó que al volver al segundo tiempo había 300 militares con bayonetas caladas, y que se dio cuenta que cualquier reacción “encendería la pólvora”. Compañeros declararon haber visto a Monti temblar y llorar desconsolado en el descanso.

   El wing derecho Carlos Peucelle dijo que fueron amenazados de muerte, que muchos factores incidieron para perder la final, y que si se hubiese jugado en Argentina serían campeones.

   El capitán, “Nolo” Ferreyra, reconoció que el rival fue superior pero que el conjunto argentino recibió amenazas y que varios compañeros no querían salir a jugar el segundo tiempo por temor.

   Mario Evaristo criticó a los dirigentes argentinos tildándolos de desorganizados y se quejó de la inclusión de “Pancho” Varallo, que jugó la final desgarrado.

   Por su parte, el público argentino recibió con insultos a los jugadores, con un especial ensañamiento hacia Luis Montí, que había tenido un deficiente desempeño durante todo el encuentro. Tal fue el repudio hacia el jugador de San Lorenzo que tuvo que migrar del país y terminó su carrera en el fútbol italiano. Además, una muchedumbre intentó asaltar la embajada uruguaya que casi termina con las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.
                                                       

                                                                El Caso Monti

   Luego de varios años de la final del ‘30 se supo que las amenazas hacia Luis Monti provenían de dos agentes fascistas enviados por el dictador italiano Benito Mussolini, Marco Scaglia y Luciano Benetti, quienes se hicieron pasar por simpatizantes uruguayos. El fin era que el “Doble Ancho” jugara para la Selección italiana en el próximo Mundial debido a su importante trayectoria, y lograron su cometido.

   Tras sentir que su carrera había acabado debido al aborrecimiento que recibió por parte de la afición argentina, una nueva oportunidad golpeó en su casa a los pocos días: lo visitaron dos italianos que en el peor momento de su carrera le ofrecían cinco mil dólares mensuales, una casa y un auto por ir a jugar a Italia, y 50 mil dólares más cuando tenga el pase libre en sus manos. Monti ganaba 50 dólares mensuales en San Lorenzo y sumaba otro tanto con su trabajo en la Municipalidad de Buenos Aires.

   Al profesionalizarse el fútbol argentino en 1931, el mediocampista quedó libre y pudo elegir dónde jugar. Firmó con la Juventus, pero las órdenes de su contratación no provenían desde Turín, sino desde Roma.

   Luis Monti jugó en la “azzurra” y se consagró campeón del mundo en Italia 1934, junto con otros tres jugadores argentinos: Raimundo Orsi, Enrique Guaita y Atilio Demaría.

                                                       
                                                                   Italia 1934

     Italia 1934 fue la primera sede europea de la Copa Mundial. El ganador de la edición anterior, Uruguay, decidió no participar debido al boicot que había sufrido en el ‘30 por parte de varias naciones del viejo continente, y hasta hoy es el único campeón que no defendió el título.

   Argentina para clasificar tenía que enfrentarse a Chile en el grupo 10 por eliminación directa, ya que, a diferencia del ’30, 31 asociaciones solicitaron ingresar. La Selección se retiró del encuentro debido a que desde 1931 el fútbol nacional estaba dividido en dos asociaciones: Asociación Amateurs Argentina de Football (AAAF) y Liga Argentina de Football (LAF). Sólo la primera estaba asociada a la FIFA, y sus jugadores eran todos amateurs, mientras que los mejores, los profesionales, se encontraban en LAF. Los trasandinos se negaron a participar, por lo que Argentina reconsideró la posibilidad.

   En esta edición no hubo fase de grupos, participaron 16 seleccionados y se decidió jugar a eliminación directa desde octavos de final.

   La AAAF presentó un combinado amateur, con un nivel muy lejano al que podían demostrar los jugadores de LAF. Argentina debutó frente a Suecia el 27 de mayo en el Stadio del Littoriale, Bolonia, con el arbitraje del austríaco Erwin Braun. Ernesto Belis (4’) y Alberto Galateo (48’) marcaron para la “albiceleste”, y Sven Jonasson (33’, 67’) y Knut Kroon (79’) sentenciaron la victoria sueca.

Delegación argentina:

Arqueros:
Héctor Freschi (Sarmiento de Resistencia), Ángel Grippa (Sportivo Alsina).

Defensores:
Ramón Astudillo (Colón), Ernesto Belis (Defensores de Belgrano), Enrique Chimento (Barracas Central), Juan Pedavilla (Estudiantil Porteño).

Mediocampistas:
Ernesto Albarracín (Sportivo Buenos Aires), Arcadio López (Sportivo Buenos Aires), Alfonso Lorenzo (Barracas Central), José Nehin (Desamparados), Constantino Urbieta Sosa (Godoy Cruz).

Delanteros:
Alfredo Devincenzi (Estudiantil Porteño), Alfredo Galateo (Unión), Roberto Irañeta (Gimnasia y Esgrima de Mendoza), Luis Izzeta (Defensores de Belgrano), Francisco Pérez (Almagro), Francisco Rúa (Dock Sud), Federico Wilde (Unión).

Director técnico:
Felipe Pascucci.
                                            
                                                La Italia argenta

   Italia se consagró campeona del mundo con cuatro jugadores argentinos que también lograron reconocimiento con la Selección Argentina: Luis Monti, Raimundo Orsi, Enrique Guaita y Atilio Demaría. 


  Demaría fue subcampeón en 1930, pero no tuvo gran participación porque sólo fue incluido en el once inicial frente a  México. Con la “azzurra” jugó su único partido frente a España, en el desempate, ya que el primero había finalizado 1 a 1 (en esta edición si se igualaba en el marcador se debía jugar el desempate al día siguiente). Este encuentro, disputado el primero de junio, fue el único con los cuatro argentinos en cancha.

   Orsi, subcampeón con Argentina en los Juegos Olímpicos de 1928 y campeón del Sudamericano de 1927 (hoy Copa América), marcó tres goles: dos en su debut  en la goleada por 7 a 1 frente a Estados Unidos, y el más importante, el del empate italiano en la final frente a Checoslovaquia. Tuvo una participación activa durante toda la competición.

   Guaita debutó en cuartos frente a España, y marcó su único gol en las semifinales contra a Austria, el gol que le daría a los italianos el pase a la final. En la Selección argentina había debutado en 1933, pero en el ’34 pasó de Estudiantes de la Plata a Roma, y de ser solicitado debía jugar para el seleccionado local. En 1937, ya jugando para Racing, se consagró con Argentina campeón del Sudamericano.

   Monti, también campeón en 1927 y subcampeón en el ’28 y en el ’30, fue uno de los grandes caudillos de aquella Selección italiana, el alma del medio campo y titular en todos los encuentros como Orsi.                                         
                                                   

                                        
                                         Una nueva presión mortal

   La consagración italiana fue muy discutida, debido a los enormes fallos arbitrales a su favor, a tal punto que varios jueces fueron suspendidos en sus países de origen. El torneo fue utilizado por el primer ministro Benito Mussolini como propaganda fascista y la “azzurra” debía ganar o ganar.

   En los días previos al inicio del certamen el Duce les informó a los jugadores que sus vidas correrían peligro de no obtener el campeonato. Por su parte al entrenador, Vittorio Pozzo, le advirtió: “Usted es el único responsable del éxito, pero que Dios lo ayude si llega a fracasar”.

   Luis Monti, que ya tenía experiencia en presiones, declaró años más tarde: “En Uruguay, en el ’30, me iban a matar si ganaba, y en Italia, cuatro años después, si perdía”.


                                          Francia 1938

   Argentina no participó en la Copa Mundial de Francia 1938. La razón oficial, brindada por el presidente de la Asociación del Football Argentino de entonces, Eduardo Sánchez Terrero, fue el apoyo a Uruguay en su boicot al torneo, como lo hizo toda América con excepción de Cuba y de Brasil, que tenía intenciones de organizarlo en 1942.

   Esta negación general se debió a la no participación de varios países europeos en el Mundial del ’30 y la no reorganización del evento en el continente americano. Existía un acuerdo entre federaciones que consistía en alternar la organización de la Copa entre América y Europa, y los dirigentes argentinos tenían la promesa de que el Mundial del ’38 se realizaría en sus tierras.

   En una convención, el 13 de agosto de 1936, en Berlín, Francia ganó la candidatura con 19 votos, seguida por Argentina con 4 y Alemania, la tercera en discordia, que no sumó ninguno. 

   Debido a la presión de la prensa, y de la afición, los dirigentes de AFA les propusieron a los de FIFAconcurrir al torneo siempre y cuando el equipo no juegue la eliminatoria, donde tenía que enfrentarse a Brasil. La organización presidida por Jules Rimet dio el visto bueno, pero los directivos argentinos decidieron finalmente no participar solidarizándose con la Asociación Uruguaya de Football.

   Argentina venía de consagrarse campeona en el Sudamericano de 1937 y contaba con enormes figuras como José Manuel Moreno, Bernabé Ferreyra, Herminio Masantonio, Vicente de la Mata y Adolfo Pedernera, entre otros.




   
   Al Mundial lo volvió a ganar Italia, esta vez sin argentinos, derrotando en la final a Hungría por 2 a 1, y consagrándose como el primer bicampeón.





                        La guerra y la suspensión indefinida del torneo

   Para la Copa de 1942 Argentina volvió a presentarse como candidata, junto con Brasil y Alemania, pero el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939 obligó a la FIFA a suspender todos los eventos mientras perdurara el conflicto, provocando la cancelación de las ediciones del ’42 y del ’46.

   En 1945 finalizó la guerra y muchos países quedaron devastados, en su mayoría europeos. La FIFA decidió que la Copa se reanude lo antes posible y Sudamérica era el sector ideal, debido a que el conflicto bélico no había provocado desórdenes de infraestructura en la región. Brasil presentó su candidatura y se convirtió en el organizador de la edición de 1950.

                                            Brasil 1950

   Argentina tampoco participó del Mundial del ’50, debido a inconvenientes entre la Asociación del Fútbol Argentino y la Confederación Brasileña de Deportes (CBD), surgidos por la ausencia “albiceleste” en el Sudamericano de 1949.

   El seleccionado venía de ganar tres Sudamericanos consecutivos (1945, 1946 y 1947) con la dirección técnica de Guillermo Stábile. El fútbol nacional vivía una época dorada, con jugadores como Alfredo Di Stéfano, Norberto Méndez, Ángel Labruna, René Pontoni y el aún vigente José “Charro” Moreno, entre tantos. 

Pero con el gobierno peronista surgieron los sindicatos y el fútbol no fue la excepción. Muchos clubes no pagaban como debían y el recientemente nacido Futbolistas Argentinos Agremiados decretó huelga general, lo que provocó la suspensión del torneo argentino de 1948, y al año siguiente la “fuga de talentos”, especialmente hacia Colombia y Chile. Este éxodo dejó a la “albiceleste” sin sus mejores hombres, y por tal motivo la AFA decidió no participar en el Sudamericano del ’49.

   Debido a esto La CBD decidió prohibirle a los conjuntos brasileños enfrentarse con los argentinos. La AFA consideró dicha actitud como “inamistosa”, canceló su inscripción en las eliminatorias y por lo tanto renunció a la posibilidad de participar en el Mundial. Argentina también decidió aislarse del Sudamericano del ’53 y del Mundial del ’54.

  
   El torneo lo ganó Uruguay derrotando por 2 a 1 a los locales. Fue el famoso “Maracanazo”, por haberse disputado la final en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.

                                     Suiza 1954

   En Sudamérica, por primera vez se llevaba a cabo una eliminatoria. Hasta entonces, los equipos eran invitados o clasificados por el retiro de otras asociaciones. La selección, al igual que en la década anterior, contaba con excelentes jugadores, de los mejores en el mundo, y ya había brillado en el campeonato local. El fútbol nacional, como el resto de los deportes, estaba muy politizado; el gobierno era partícipe pleno en las decisiones y, por órdenes exclusivas del presidente Juan Domingo Perón, Argentina volvió a abstenerse de participar en el Mundial. Tampoco había ido al Campeonato Sudamericano del ’53, en Perú, y las causas, en ambos casos, eran las mismas de antes: seguíamos ofendidos.

   La eliminatoria fue ganada por Brasil, de manera invicta, en un triangular junto a Paraguay y Chile. Uruguay ya había logrado su lugar en Suiza tras haberse consagrado campeón en 1950. Alemania obtuvo su primer mundial, luego de haber sido excluida en la edición anterior por problemas bélicos. Pero, el espectáculo, la calidad y la magia, las puso Hungría, el Aranycsapat, el Equipo de Oro, con Ferenc Puskás, Sándor Kócsis y Zoltán Czibor como máximos exponentes, quienes derrotaron a los alemanes en la fase de grupos por 8 a 3, y cayeron 3 a 2 en la final, ya con el equipo muy disminuido por lesiones, el Milagro de Berna.

                                      



                                                Suecia 1958


   Luego del derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955, por parte de la denominada Revolución Libertadora, se produjeron innovaciones que cambiaron drásticamente la historia del país, y el fútbol no fue la excepción. Entre esos cambios sobresalía la vuelta de la Selección argentina al Mundial, tras veinticuatro años de ausencia (28 teniendo en cuenta que a Italia ’34 se presentó un equipo amateur y duró sólo un partido). Argentina venía de una década del ’40 dorada, y la del ’50 no se quedó atrás, tenía jugadores de excelente nivel, para muchos fue la mejor época de la historia del fútbol nacional. La vuelta al ámbito internacional ya se había dado durante el gobierno peronista, en febrero del ’55, en el Campeonato Sudamericano de Chile, donde la Selección, tras ocho años de ausencia, se consagró campeona, algo que comenzó a alimentar los aires de superioridad.

   Se logró un tercer lugar en Uruguay ’56, y Perú ’57 no sólo significó haber sido campeones de América por undécima vez, sino también creerse de antemano campeones del mundo. Los “Carasucias de Lima” (Orestes Corbatta, Humberto Maschio, Antonio Angelillo, Enrique Omar Sívori, y Osvaldo Cruz)  alimentaron una fe ciega en la sociedad, goleando a Uruguay, a Brasil, a Colombia, a Chile y a Ecuador.


   Llegaron las eliminatorias para Suecia ‘58, las primeras para la Selección, en las que logró clasificarse primera en el Grupo 2 Sudamericano, donde compartía un triangular con Bolivia y Chile. El sorteo mundialista la depositó en el Grupo A, junto con Irlanda del Norte, Alemania Federal y Checoslovaquia.

   Argentina iba a Suecia creyéndose campeona. No tenía ni a Alfredo Di Stéfano, ni a Maschio, ni a Sívori, jugadores de primerísimo nivel, que habían migrado al viejo continente y no podían ser convocados por el  DT Guillermo Stábile. De todos modos, Stábile llevó un conjunto competitivo: en el arco estaba nada más y nada menos que Amadeo Carrizo, posiblemente el mejor arquero de la historia de América; en la defensa figuraban, entre otros, Pedro Dellacha y Federico Vairo; en el mediocampo Eliseo Prado, y Néstor “Pipo” Rossi, aunque este último ya con 33 años;  y arriba Corbatta en su plenitud, Cruz, José Sanfilippo y un histórico, Ángel Labruna, pero con 39 años. Y hay que destacar un detalle no menor, el fútbol mundial iba evolucionando, táctica y físicamente, y el argentino no, se había estancado en sistemas  antiguos, y seguía dependiendo de los firuletes.

   Llegó el primer cachetazo, en el debut, frente a Alemania. Se había comenzado ganando con un tanto de Corbatta a los 2’, pero Helmut Rahn por dos y Uwe Seeler pusieron el 1 – 3 definitivo. Contra Irlanda del Norte hubo un respiro, 3 – 1 a favor, nuevamente con Corbatta marcando el primero, y esta vez con Norberto Menéndez y Ludovico Avio sellando el triunfo. Peter McParland había puesto el 0 – 1 parcial a favor de los norirlandeses. El tercer partido iba dejar una de las peores manchas en la historia de la Selección nacional, 1 – 6 ante Checoslovaquia. Abrió la cuenta Milan Dvorák a los 8’, le siguieron dos tantos de Zdenek Zikán, a los 17’ y a los 40’. Corbatta puso su intacta cuota de gol a los 65’, pero Jiri Feureisl a los 69’ y Václav Hovorka a los ’82 y ’89 cerraron una de las peores caídas de Argentina, que así se despidió del Mundial, desilusionada, con pena y sin gloria. A este pobre desempeño se lo conoce hasta el día de hoy como "el desastre de Suecia".

   El campeón fue Brasil, derrotó por 5 a 2 a los suecos en la final, con un joven y brillante Pelé que comenzaría a forjar la historia más rica del fútbol brasileño.


Delegación argentina:  

Arqueros:
Amadeo Carrizo (River Plate), Julio Musimessi (Boca Juniors).

Defensores:
Pedro Dellacha (Racing), Federico Vairo (River Plate), Juan Francisco Lombardo (Boca Juniors), José Varacka (Independiente), Alfredo Pérez (River Plate), Federico Edwards (Boca Juniors), David Acevedo (Independiente), José Ramos Delgado (Lanús).

Mediocampistas:
Néstor Rossi (River Plate), Eliseo Prado (River Plate), Eliseo Mouriño (Boca Juniors), Ludovico Avio (Vélez Sarsfield).

Delanteros:
Orestes Corbatta (Rascing), Norberto Menéndez (River Plate), Alfredo Rojas (Lanús), Ángel Labruna (River Plate),  Norberto Boggio (San Lorenzo), Ricardo infante (Estudiantes de La Plata), José Sanfilippo (San Lorenzo), Osvaldo Cruz (Independiente).

Director técnico:
Guillermo Stábile.


                                        Repercusiones tras la caída

   El equipo fue recibido en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza por alrededor de diez mil simpatizantes, sin un rasgo de simpatía. Fue totalmente repudiado, insultado, le arrojaban monedas y le hacían señas recordando el 6 a 1. La prensa fue muy crítica con los jugadores argentinos, y algunos periodistas fomentaban ir a buscarlos con palos y piedras, eran considerados unos vende patria.

   Amadeo Carrizo decidió renunciar a la Selección, aunque volvió para la Copa de las Naciones en el ’64. Labruna declaró que no estaban preparados ni física, ni tácticamente para afrontar tres partidos en una semana. Guillermo Stábile renunció a la dirección técnica en 1960, un cargo que mantenía desde 1939, con el que pudo conseguir seis copas sudamericanas. Tras la despedida de Stábile llegaría  un desfile de doce directores técnicos, sin respetarse ningún proyecto, hasta la llegada César Luis Menotti en 1974.


Mao Castro (@The_Maumeister)              
  
  
  



  




  

  

   

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